25 Jul Dando un Salto de fe – Siguiendo tu Camino Espiritual
Dando un Salto de fe – Siguiendo tu Camino Espiritual
“La preguntas que todas nos hacemos:
Que he venido a hacer a esta vida? Cómo poder saber si estoy en el camino correcto? Como saber si estoy haciendo lo que debo de hacer?
Quien no se ha hecho estas preguntas más de una vez.. Pues para poder empezar a entender este dilema existencial que nos afecta a unos a los 50 y otros más viejos o más jóvenes, empecemos por el principio: Siéntate en una silla o donde estés más cómoda. Pon los pies en el suelo, las manos encima de tus muslos, palmas arriba. Ahora que ya estas lista pregúntate: Eres feliz?
Como veras, no se necesita sentarse, poner los pies al suelo y las manos mirando al cielo para saber si eres feliz en verdad. Se necesita honestidad contigo, tu con tu, uno a uno.
Vamos de nuevo: siéntate, o ponte de pie, o salta o brinca y pregúntate de nuevo , eres feliz?
Pero no feliz a veces no mas, o por momentitos sino de verdad, siempre. Eres feliz en tu corazón y mantienes esa vibración aun en los momentos difíciles? La pregunta de los 1000 millones.
De corazón y por experiencia propia te comento que prestar atención a tu felicidad y a lo que te hace feliz, es la clave que te mueve en el universo.
Si tu contestaste a la pregunta de arriba con un si, que sabes que eres feliz, en tus relaciones y con lo que estás haciendo, entonces palmas: Estás en camino. Felicitaciones! Sigue haciendo lo que te hace feliz. Pero así como quien es curioso… sabes si hay algo que te haría mas feliz? Si tu respuesta es si, entonces, aún no conoces la total y verdadera felicidad. Y eso es bueno, porque te deja la opción de explorarte.
Y pues si contestaste que no, que no eres feliz, entonces el segundo paso más importante es ponerte en contacto contigo mismo, tu con tu. Este paso es muy importante en tu crecimiento espiritual: llegar a conocerte a tí misma y mas que eso, estar cómoda en tu propia piel, contigo misma. Sí, nadie debería conocerte mejor que tu misma, no crees?
Empieza a pensar que te hace feliz. Comienza a reconocerlo, a saborearlo, a sentirlo en tu cuerpo. Grábatelo en tu cabeza, siéntelo en tu corazón, conecta con eso.
Cuando ya por fin digas que ya sabes lo que te hace feliz, y puedes ver, definir y sentir como alegra tu corazón, el siguiente paso es dar un pequeño salto de fe.
Que??? Mas saltos, dirás. Y si, un pequeño cambio acercándote a aquello que te hace feliz, un pequeño paso en la dirección correcta. Si lo se también: dar un salto de fe e ir atrás de eso que nos hará crecer mas o nos hará felices, es difícil. El cambio asusta. Al menos a mi me asusta. Yo he preferido muchas veces quedarme en mi famosa y mundialmente promocionada “zona de confort”, en lugar de cambiar. Cambiar? What? Para que? Me he dicho, así estoy bien y así me quieren. O también he dicho: empiezo el lunes! Asi cual dieta. Pero a quien engaño pues? O cambio y busco ser feliz, o pues me quedo más atracada que tráfico de viernes por la tarde, vísperas de Navidad. Uff.
Muchas veces me he preguntado: “Es tan difícil tenerte un poco de fe? Dios mío!” Pero si pues, el cambio asusta a todos y nos quita el control, y todas queremos control para no estar asustadas mirando con ojos espantados, como todos los factores del universo nos podrían caer encima.
Entonces cuál es la alternativa? Estar atascada donde estás, y ser feliz si pues pero a medias no más? No alcanzar tu plenitud, quedándote en tu caja “segura” que también te confina y limita? Quizás prefieras permanecer en el medio entre el lugar del que deseas salir y el lugar que anhelas.. total ahí es seguro también.
No hay respuesta mala aquí, pero ojo que esta vida se nos va pasando muy rápido y por ahí nos tocara mirar atrás y decir.. “uy.. si tan solo hubiera hecho esto o aquello”..
Ahora te pregunto, que pierdes si das un paso adelante, así a ojos casi cerrados? Da un pequeño salto de fe, has ese cambio que te cuesta poquito o mucho pero te da miedo, y veras que se abre una puerta, o una ventana, o quizás solo una rajadura, por donde puedes dejar brillar tu luz. Por esa rajadura es por donde debes empezar a ser feliz y dejar que la luz invada la oscuridad. Solo dando un pequeño paso, serás capaz de dejar poco a poco el miedo al cambio y encontrando y desarrollando en ti las mil posibilidades y fuerza que hay en tu alma y tu corazón.
Esto que escribo lo hago con amor y con respeto. Yo he estado ahí, atracada, pensando que mi vida era feliz, en mi zona de confort, no retándome ni buscando nuevas oportunidad para crecer. Total para que tratar de arreglar lo que no está roto verdad? Pues no. La vida te avienta a veces de pocos y a veces de un tiro, situaciones que te agarran desprevenida. La muerte de un ser querido por ejemplo .. y te agarra en tu zona de confort y ahora debes acostumbrarte a vivir sin esa persona. Y el hueco que te deja? Y el dolor? Y el miedo a como cambiara todo y si podrás tolerarlo y salir adelante.
Uy cuantas veces preguntaba eso, hasta que empecé a ver un patrón: lo que no aprendo se repite, con otra persona, otra circunstancia pero el dolor que me aleja de mi felicidad.. es el mismo.
Y luego ahí no más, me golpeó en la cabeza como 50 ladrillos juntos: detrás de cada dolor, hay escondida una posibilidad de crecimiento. Todo viene a nosotros para ayudarnos a crecer. Aunque la experiencia sea dura, de ponernos de rodillas, todo esconde una bendición, un regalo para ayudarnos a crecer. Deja esto a un lado por ahora y regresemos egresando al salto de fe.
Recuerdas cómo fue cuando empezaste a andar en bicicleta? O como cuando aprendiste a nadar? Desde el exterior decías mirando la bicicleta: “Que lindos colores, que bien se me vera montando esta bicicleta…” Entonces decidiste sentarte en ella. Acto seguido se escucho: ¡Oh no! Me voy a caer.” Y ahí tu mamá, o tu papá, o un hermano o amigo te dijo “Tranquila, yo te sostendré.”
Ese fue uno de los primeros saltos de fe que diste. Que si fue bicicleta, que si fue nadar o aprender a manejar, tu entiendes este ejemplo: diste un paso para adelante y confiaste en ti y en el amor de quien te sostendría.
A pesar de que mi mamá no esta ya mas de este lado, fue ella quien me “sujetó” en “mi bicicleta” cuando tome el pequeño gran paso y acepte este camino cuando ella murió. Recuerdo que tenia tanto miedo. Que va a decir la gente? Pero su muerte y su inmenso amor fue ella la que me sujeto. De esa gran tristeza y desolación, salió un regalo que me hizo dar el salto de fe que me ha sostenido hasta hoy. Ese regalo de tener que buscar bien dentro de mí de que estaba hecha; me inspiro a decir ‘Ok mami, tengo que dar un salto de fe y buscar ser feliz porque algo más grande que yo y que lo que me rodea, me tiene que ayudar a salir de esta depresión, de esta oscuridad y de este dolor.”
Pasaron muchas semanas y lunas hasta que entendí que grande es el amor de madre: darme su vida, para que yo crezca. Y si te queda duda de que así fue, te digo que yo no sería quien soy sin ellos. Te digo con la mayor humildad, que no. Del dolor y la profunda tristeza de tener que dejar ir a mi mami para que pueda ella también seguir su camino de desarrollo y crecimiento, han venido nada más que bendiciones. Sino mira este instante, aquí estás tú, leyéndome. Que responsabilidad y que honor para mi.
Si desde este lado tienes a alguien que te apoya en tu camino, o en tu crecimiento espiritual, en hora buena. Quizás sea tu pareja, hijos, hermanos, padres. Considerate doblemente bendecida entonces, tienes apoyo de aquí y de los que están del otro lado. Y si no tienes ya alguna persona que te apoye desde este lado, o te sientes sola, quiero que sepas que del otro lado tienes un círculo de soporte infinito de almas que trabajan para ti para ayudarte y guiarte en tu camino. Solo tienes que pedirles que te ayuden.
Te invito hoy entonces a que les pidas a tus seres queridos, a tus Ángeles y Arcángeles que te den el valor de subirte a tu propia bicicleta porque después de todo, qué es lo peor que puede pasar si después de tu mini salto de fe que pensaste te haría feliz, no lo eres?
Tranquila, la experiencia te habrá llevado aun lugar diferente y has crecido. Si no has podido ganarle a la vida con este mini paso de fe, entiende que has explorado terrenos en ti que no habías sabido que existían; has hecho nuevos descubrimientos sobre ti y sobre el mundo. Y entonces, de la nada, se abre una puerta o una ventana, y te das cuenta de que no tienes tanto miedo como tú pensaste, porque ya diste ese minúsculo paso. De todos esos pequeños saltos de fe, salen nuevos pasos a caminar y el coraje para seguir andando. Y así la rueda del crecimiento espiritual se pone en marcha, y tú expandirás tu luz a personas y circunstancias que ni te imaginas.. Otros se sentirán inspirados con tu historia y tu entonces sentirás en tu corazón la verdadera felicidad: hacer crecer a otros.
Y pensar que todo esto empezó preguntándome si tú sabías si eras feliz sentada en esa silla..”
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